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En búsqueda de un nuevo sistema político

Ahora bien, el inicio del siglo XXI marca desafíos a los partidos políticos y el relevo de un pensamiento que se impone como condición indispensable para el despegue económico seguro y sostenible del país. En esta línea de pensamiento, la Constitución Política de 1987 y sus Reformas sólo debe ser “tocada” por una clase política que oriente su visión a la garantía absoluta de Liberad y Democracia y el respeto de los partidos políticos, consolidando la cultura del diálogo y la tolerancia. Cualquier Sistema Político de Gobierno tiene sus bondades y perversiones. Pero requerimos de una cultura política orientada al diálogo, la contención y acuerdos y consensos en donde las partes tienen que ceder. De lo contrario la Asamblea Nacional se convierte en una institución inoperante, sobre todo cuando es expresión de poder absoluto.

En todo caso, de los responsables de la toma de decisión de nuestro país se exige una altura de madurez política para la búsqueda de soluciones a los problemas en función del interés general de la sociedad. En todo caso, la búsqueda de un nuevo sistema político, o reafirmar o corregir el vigente, pero siempre con la visión crítica de corregir los errores, puede permitirnos únicamente crecer como persona, como país, como nación, como Estado. Todo el que sube al “templo del poder”, juega a ser dios, trata de comprar conciencias y voluntades (problema recurrente del sistema presidencialista), imponer ideas y criterios, disentir se convierte a veces en un juego mortal, sin embargo, olvidan el factor tiempo. Todo pasa, y el daño que se ocasiona al país, es mayúsculo, al punto que en ocasiones se castra la oportunidad valiosa de hacer patria. Y, en relación al jugador, luego sentirá, inevitablemente, el poder del otro.

Para finalizar, a la moderación le es consustancial una equilibrada renuncia de algo por parte de los miembros de la comunidad. No puede llegarse a tal meta si algunos no se resignan a compartir al menos, lo que es indispensable para la subsistencia de otros. Un poder político beneficioso para la sociedad, “moderado”, pues, requiere un ejercicio exquisitamente respetuoso de lo público (el sistema parlamentario podría ser un buen ejercicio, porque el presidencialista trata por lo general de pervertir el sistema para someterlo al control total), de lo que está confiado a su cuidado, de lo que administran en nombre de la comunidad. Indispensable para su óptimo desarrollo es además un auto-respeto por las propias tareas y un respeto de las personas hacia lo público. Este doble y dinámico respeto en la moderación, sólo es alcanzable con el esfuerzo de todos.